Ferdinand Cheval, un cartero francés, soñó con un lugar perfecto y trasladó sus pensamientos a una construcción de piedra. Palais idéal fue el fruto, tal vez, de una locura pero hoy es un monumento histórico que recibe miles de visitas.
Había una vez un castillo, que nació de la casualidad; en las manos de un cartero de la villa de Hauterives, en el departamento de Drôme en el sur de Francia, quien vivió entre 1836 y 1924. Palais idéal de Ferdinand Cheval es uno de los ejemplos más icónicos del arte marginal, de construcciones autodidactas.
Todos los días, bajo la lluvia o el sol, Cheval realizaba la misma ruta a pie, recorriendo en solitario e inmerso en sus pensamientos, los 32 kilómetros de la zona de reparto que le había sido asignada. La historia cuenta que este cartero, salvo por ciertos toques de originalidad o de extravagancia, no parecía destinado a crear nada sorprendente. Pero un día tropezó con una piedra y, como si fuera la cosa más normal del mundo, durante más de tres décadas aprovechó su ruta diaria para ir recogiendo piedras del camino.
Inició la construcción de su “palacio ideal” en abril de 1879, a lo largo de los años, y por las noches, levantó los muros exteriores del castillo -que hasta ese momento, sólo habitaba en su imaginación- lo que le ocupó las dos siguientes décadas. Posteriormente, elevó una torre y decenas de estructuras aledañas con sinuosas formas inspiradas en el arte hindú, algo en lo que trabajó trece años más.
Cuando Ferdinand Cheval era un anciano de 78 años, comenzó un trámite para pedir ser sepultado en su castillo, pero le negaron el permiso. Ante la negativa, adquirió un terreno en el cementerio y decidió pasar sus años finales -los siguientes ocho- creando una especie de réplica más pequeña de su castillo en el cementerio del pueblo a modo de mausoleo. La obra finalizó veinte meses antes de que llegara su muerte -en 1924, a los 88 años-.
El cartero falleció y la noticia no trascendió a su pueblo. El destino del castillo fue incierto por algunos años y no llamó la atención hasta que algunos artistas célebres como Picasso sintieron atracción hacia sus formas extrañas.
A finales de 1969 El Palais idéal de Ferdinand Cheval, fue declarado monumento histórico por el entonces Ministro de Cultura francés, el escritor André Malraux. En la actualidad está abierto al público y desde 1994 pertenece al municipio, que a veces lo utiliza como escenario de veladas musicales. Durante los meses de verano se organiza un espectáculo de luz y sonido que rinde homenaje a la obra y a su autor. Entre algunos de los ilustres visitantes que recibió el castillo se cuentan a André Breton y el grupo de los surrealistas y Jean Dubuffet.






