Una casualidad, un hallazgo accidental, que no tiene precedentes en la arqueología subacuática de México.
El investigador Roberto Junco Sánchez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), buscaba los restos de un pecio del siglo XIX y encontró un cargamento de joyas coloniales ─oro y esmeraldas del siglo XVIII─ en la costa de Yucatán.
Probablemente destinado a las españolas y españoles acaudalados, se recuperaron 321 piezas de oro en una zona de arrecifes convertida en un gran cementerio de embarcaciones.